16 Feb
16Feb

Che, ¿se acuerdan cuando Kylie Minogue era esa piba adorable en la serie australiana "Neighbours" y que luego saltó a la fama local con su cover "The Loco-motion"? Bueno, esa adolescente pasó de ser la joven vecina simpática a convertirse en una máquina imparable de hits que, cuatro décadas después, sigue dando cátedra de cómo se hace un show en un estadio. 

Este finde, en el RAC Arena de Perth, 13.500 almas (mayormente señoras nostálgicas, maridos arrastrados y la comunidad gay en pleno) fueron a ver la apertura de la gira "Tension World Tour 2025". Y mientras más de uno esperaba que empiece el show, de seguro no puedo evitar pensar: ¿Qué tiene esta artista que sigue llenando estadios? La respuesta llegaría en aproximadamente dos horas. 



A las 20:45 en punto (¡puntualidad británica, viste!), después de un show telonero de Mallrat que fue tan memorable como un mate lavado, arranca el circo. Y cuando digo circo, lo digo con todo el amor del mundo. Kylie salió desde el piso como si fuera una aparición mariana, pero en vez de túnica blanca, se cubrió con un outfit negro que haría babear a cualquier diseñador de alta costura. 

La primera parte del show arranca con "Lights Camera Action", tema de su último disco "Tension II". Los fans veteranos tuvieron que esperar un toque para los hits, pero cuando llegaron "In Your Eyes" y "What Do I Have To Do", la cosa se puso seria. "Let's go!", gritó Kylie, y mirá, cuando la princesa del pop te dice que vamos, vos arrancas a festejar, como lo hizo cada alma en el lugar. 

El show está dividido en actos, como una obra de teatro berreta pero con presupuesto hollywoodense, ya que seamos francos, escapa bastante de la producción de sus giras anteriores. En el segundo acto, Minogue se manda un cambio de vestuario y aparece toda de rojo, tipo "¿vieron 'Padam Padam'? Bueno, multiplicado por mil". Se manda "On a Night Like This" y "Better than the Devil You Know", y la verdad, hay que reconocer que la mina se mueve como si todavía tuviera 25. Aunque roba bastante caminando de lado a lado y sumándose a pocas coreos, pero no es Madonna en su próxima gira en silla de ruedas. 



Lo más groso llego cuando dijo: "I'm going to take you back to a time called the '80s" (con ese acento mezcla de australiano y británico que ya es marca registrada), y arranco "The Locomotion". Los bailarines, vestidos como si hubieran saqueado el vestuario de un musical de Broadway, la acompañan en una coreografía que es nada nuevo en movimientos, puro kitsch, pero del bueno. 

Después dio lugar al momento íntimo en el escenario B, donde la cosa se pone más personal. Data esperamos que en Argentina nos regale sus tres espacios de canto. Y no todo quede reducido a un solo escenario. Bueno en este escenario pequeño casi al fondo del recinto y muy pecada al público, canto "Last Night I Dreamt I Fell in Love" (estrenada esta última semana, qué timing, ¿no?), y hasta rescato un hit, un dueto del pasado, el  "Where The Wild Roses Grow" a capella después de que un fan le tira una rosa. Momento bizarrísimo pero efectivo. 



La parte más graciosa es cuando agarra a una piba del público, Savannah, y la sube al escenario. El momento podría haber sido más cursi que un tango de Gardel, pero Kylie lo maneja con la gracia de quien lleva décadas en esto. Esperemos que esto sea real y no armado como Madonna y Gaga con sus recitales donde llevaban a fans comprados y  repetían el numerito lacrimoso y berreta en cada país que pisaban. 

Para el final guardo las bombas atómicas: "Padam Padam" (ese hit que explotó en TikTok y le valió otro Grammy, como si necesitara más), "Can't Get You Out Of My Head" (donde hizo ese gestito con las manos en la cabeza que ya es más reconocible que el saludo vulcano), y "All The Lovers" con una lluvia de confeti que parece el carnaval de Gualeguaychú pero con mejor presupuesto. 

El encore, los bises a lo porteño, fueron "Tension" (donde la letra es más picante que un locro del 25 de mayo) y "Love At First Sight", y cuando termino, los 13.500 presentes parecen haber pasado por una licuadora emocional de dos horas.

 


¿La conclusión? Posta, mirá, podemos discutir si el pop actual tiene la profundidad de un charco, pero Kylie Minogue es de esas artistas que entienden que el entretenimiento es un arte en sí mismo. Y cuando pregunta "¿me van a invitar a volver?", el griterío es tan fuerte que seguro se escuchó hasta en Tierra del Fuego. 

Che, y si me preguntan si vale la pena ver el show cuando llegue a Sudamérica en agosto... y, mirá, si tenés que vender el auto para conseguir una entrada, por ahí pensalo dos veces. Pero si podés, andá. Porque shows así, donde una artista combina cuatro décadas de hits con la energía de una pendeja de 20, y la simpatia de tu tía preferida, no se ven todos los días. Y eso que lo digo yo, que hoy en día, soy más de la movida indie y alternativa que de la música disco.



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