28 Mar
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En un momento donde la virtualidad consume nuestras interacciones, "Llegar a una fiesta" emerge como un faro de autenticidad artística, iluminando las contradicciones de nuestra necesidad de pertenencia. Este sábado 29 de marzo a las 22:30, NoAvestruz (Humboldt 1857, Palermo) albergará una única presentación de esta joya teatral que ha recorrido festivales internacionales desde su estreno en septiembre de 2022 en Lago Puelo, Chubut. 

Marina Barbera, con su vasta experiencia de más de dos décadas en el arte del clown, presenta su tercer unipersonal en codirección con Andrea Vegazzi. Esta comedia existencial, lejos de ser una propuesta liviana, se sumerge en territorios de profunda reflexión sobre la condición humana contemporánea. La obra nos transporta a un universo donde el humor sirve como vehículo para explorar temas de incomunicación y soledad en la era digital. 



La trama nos presenta a un personaje que emerge de una montaña de abrigos, una criatura mutante que ha perdido parcialmente su memoria tras un período de aislamiento. Este ser, extraño y anacrónico para el mundo actual, decide aventurarse hacia una fiesta que ocurre en el pueblo cercano. Lo que sigue es un viaje existencial donde la protagonista intenta descifrar los códigos de un mundo que privilegia las pantallas sobre las cartas manuscritas, la inmediatez sobre la contemplación. 

El montaje destaca por su enfoque colaborativo, reuniendo artistas de diversas regiones de Argentina (Río Negro, Mendoza, Tucumán, Buenos Aires) e incluso del País Vasco. Esta diversidad de miradas enriquece la propuesta escénica, que encuentra en el lenguaje del clown su medio de expresión ideal. La incorporación de textos de Alejandra Pizarnik no resulta casual, sino que funciona como un punto de inflexión dramático que refuerza la sensación de extrañamiento frente a un mundo materialista e indiferente. 

En el ámbito interpretativo, Barbera despliega un extraordinario dominio del universo clownesco. Sus movimientos torpes pero precisos, sus desplazamientos irregulares y su cuerpo en constante desequilibrio construyen un personaje que condensa la fragilidad y la valentía de quien se siente extranjero en su propio entorno. La dirección compartida con Vegazzi —Licenciada en composición coreográfica con mención en danza teatro— aporta una dimensión corporal que potencia el mensaje de la obra sin necesidad de subrayados innecesarios. 

El trabajo escenográfico y de vestuario de María Laura Toledo, junto al diseño lumínico de Verónica Lanza y Ana D'Angelo, crea un universo visual coherente con la propuesta dramática. La música original y el diseño sonoro de Agustín Flores Muñoz complementan perfectamente la atmósfera onírica que requiere la pieza, mientras que la colaboración de Nuria Vilalta en la dramaturgia aporta solidez al texto. 

Esta obra nos recuerda que, bajo la superficie brillante y festiva de nuestras interacciones sociales, late una profunda soledad colectiva. La obra no se conforma con exponer esta paradoja, sino que nos invita a reconocernos en ella, a reírnos de nuestras propias inadecuaciones y, quizás, a reconsiderar nuestras formas de vincularnos en un mundo hiperconectado pero emocionalmente distante. 



En tiempos donde la comunicación se reduce a emoticones y mensajes instantáneos, esta propuesta teatral reivindica el valor de la presencia, del cuerpo, de la vulnerabilidad compartida. Barbera nos ofrece, a través de su payaso, un espejo donde mirarnos sin autocomplacencia pero con compasión. Nos recuerda que, tal vez, todos somos en alguna medida seres inadaptados intentando llegar a una fiesta cuyas reglas no terminamos de comprender. 

Esta obra, que ha cautivado audiencias en España, Uruguay y Perú, representa una oportunidad imperdible para quienes buscan en el teatro no solo entretenimiento, sino también una experiencia reflexiva que resuene más allá de la función. Como sugieren los numerosos testimonios de espectadores conmovidos, "Llegar a una fiesta" es, paradójicamente, una invitación a celebrar nuestra común extrañeza en un mundo que parece recompensarlo todo menos la sensibilidad auténtica.



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