29 Aug
29Aug

En el vibrante escenario de la sala Batato Barea, Gabriel Wolf nos presenta “Los ojos de Alejandro”, una obra que rinde homenaje a la figura icónica de Alejandro Urdapilleta, un referente del teatro argentino que dejó una huella indeleble en la cultura local. Esta pieza, basada en el libro “Vagones transportan humo” del propio actor fallecido en 2013, está escrita por Facundo Zilberberg, y es un verdadero viaje onírico que invita al espectador a sumergirse en un universo donde la poesía y el humor se entrelazan con la cotidianidad. Las funciones son los sábados a las 15:30hs, en el Centro Cultural Ricardo Rojas, Av. Corrientes 2038. CABA. 

La trama gira en torno a Alejandra, una mujer atrapada en la rutina de un modesto departamento en el barrio de Once. Su vida da un giro inesperado cuando una paloma, portadora de un mensaje mágico, la conduce hacia una galería denominada “Alejandría”. Este espacio, cargado de decadencia y misterio, se convierte en el escenario donde Alejandra no solo explora su entorno, sino que también se adentra en las obras y pensamientos de Urdapilleta. 



Wolf, en su dirección, logra un equilibrio entre lo visual y lo narrativo que mantiene al público cautivado. La actuación del elenco, compuesto por Julieta Bossio, Pablo Palavecino, Rosario Zubeldía y Eric Calzado es un despliegue de talento que resalta la versatilidad de los actores, quienes transitan de un personaje a otro con una fluidez sorprendente.  Mención especial para este último Calzado, una verdadera sorpresa, ya que por momentos se convierte en clon perfecto en voz y gestos del inolvidable Urdapilleta. 

La obra no se limita a ser un mero entretenimiento; es una celebración de la esencia del teatro rioplatense, donde la ironía y la poesía coexisten en un delicado equilibrio. Zilberberg ha logrado adaptar el texto original de Urdapilleta con una sensibilidad que permite que los nuevos y los viejos admiradores del autor encuentren resonancia en su mensaje. Cada escena está impregnada de un humor que evoca la nostalgia por el Parakultural y el espíritu de los años 80 en Argentina, creando un lazo emocional con el público. 

La escenografía, diseñada por Leandra Rodríguez ADEA, complementa perfectamente la narrativa. La estética de la galería, con su aire de abandono, refleja las luchas y las esperanzas de los personajes. El vestuario, concebido por Analía Cristina Morales, utiliza colores saturados que vibran con la energía de la obra, aunque su elección podría interpretarse como un intento de atraer a un público más familiar, lo que plantea un dilema respecto a la naturaleza del espectáculo.

Un aspecto notable de “Los ojos de Alejandro” es su habilidad para desafiar las convenciones narrativas tradicionales. Zilberberg evita la rigidez del realismo capitalista, permitiendo que la historia fluya de manera orgánica. La transición entre el velorio y el cumpleaños, impulsada por la llegada de la paloma, es un ejemplo de cómo la obra utiliza lo absurdo para explorar temas profundos de la existencia humana. 

La obra de Urdapilleta, marcada por su particular estilo de actuación grotesco y queer, se siente viva en cada momento de esta producción. Los gestos exagerados, la articulación precisa y la energía contagiosa de los actores evocan ese humor provocador que Urdapilleta popularizó. Este enfoque no solo es un homenaje, sino también una reivindicación de un modo de hacer teatro que desafía las normas y busca conectar con la audiencia de manera visceral. 



En resumen, “Los ojos de Alejandro” es más que una simple representación. Es una experiencia que invita a la reflexión sobre el legado de un artista que desafió las convenciones y construyó un puente entre el teatro y la vida cotidiana. Con una dirección magistral y un elenco de primer nivel, esta obra se erige como un testimonio de la riqueza y diversidad del teatro argentino contemporáneo, un viaje que, aunque profundamente anclado en el pasado, resuena con la vitalidad del presente.



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