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Acide, lluvia ácida y reflexiones climáticas

"Acide" del director francés Just Philippot nos sumerge en una atmósfera inquietantemente familiar, como un capítulo extrañamente realista de "The Rain", la serie danesa de Netflix. Aquí, sin embargo, no es un virus lo que cae del cielo, sino una lluvia ácida mil veces más corrosiva que lo normal, un sombrío recordatorio de las consecuencias de nuestro maltrato al planeta. Presentada en el Festival de Cannes, la película no se regodea en el espectáculo apocalíptico. En cambio, nos introduce en el drama cotidiano de una familia que debe sobrevivir en un mundo donde la lluvia se ha convertido en una amenaza mortal. La ironía, se cuela en la frase del padre: "Los científicos siempre nos anuncian un fin del mundo nuevo, pero la vida sigue igual...". Esta vez, sin embargo, la indiferencia ya no es una opción.

El filme no cae en la grandilocuencia ni en el facilismo. La tragedia se desarrolla con una sobriedad minimalista, reflejada en los rostros marcados por la incertidumbre y la resignación. La cámara se posa en detalles cotidianos transformados en peligrosos: un paraguas agujereado, el chirrido del metal corroído, la tos seca que deja cada bocanada de aire contaminado. Bajo un cielo que escupe muerte líquida, "Acide" nos arroja a la frenética lucha por la supervivencia de una familia francesa. Guillaume Canet encarna a Michal, un padre dispuesto a sacrificarlo todo por su hija en medio de un paisaje apocalíptico donde la lluvia ácida dicta las reglas. 



Si bien la trama bebe de la familiar fuente del cine de catástrofes, "Acide" se distingue por ahondar en los dilemas morales que afloran en la desesperación. La película no se regodea en el espectáculo del fin del mundo, sino que nos sumerge en la intimidad de esta familia, donde el instinto de supervivencia se enfrenta a la compasión y la cordura pende de un hilo.

Sin embargo, la cinta no rehúye las preguntas incómodas. ¿Por qué esta familia, en su huida desesperada, deja atrás a otros supervivientes que claman auxilio? ¿Acaso la ética se diluye en la atmósfera tóxica? Son interrogantes que quedan flotando en el aire ácido, invitando a la reflexión más allá de la trama. Just Philippot, director con cierta predilección por las temáticas apocalípticas ("Acide", cortometraje de 2018, y "La nuée", 2020), construye una atmósfera opresiva donde la belleza de los paisajes franceses se contrapone a la brutalidad de la nueva realidad. 



Su trama logra atrapar y mantener la atención del espectador. Si bien no brilla por su originalidad, se suma con mérito a la creciente filmografía que aborda la ansiedad climática, y sin duda resulta lo suficientemente inquietante y atrapante para un público amplio. No hay nada malo en ello, pero el espectador no debe esperar demasiada profundidad en el desarrollo de la historia o los personajes. Esto sin mencionar la cuestionable base científica de una catástrofe global de este calibre (la lluvia ácida en la película quema o derrite casi todo en cuestión de segundos o minutos) ocurriendo de la noche a la mañana.



En definitiva, "Acide" es una película entretenida y efectiva en su género, aunque sin grandes sorpresas narrativas. Su familiaridad con ciertos tropos puede generar opiniones encontradas, pero no se puede negar su efectividad en generar tensión y reflexión sobre las consecuencias de nuestro impacto en el planeta. Es un film que no ofrece respuestas fáciles ni finales heroicos. Es una reflexión cruda y descarnada sobre la vulnerabilidad humana frente a la furia de la naturaleza, una advertencia que resuena con inquietante actualidad en un mundo cada vez más frágil.