La cineasta Maryam Touzani y su último largometraje, The Blue Caftan (Le Bleu du Caftan), sorprenden para bien. Es una película de origen árabe competentemente sincera y tierna sobre los deseos reprimidos en medio de sociedades inducidas por la homofobia y sistemas injustos. Y fue escogido para representar en los Oscar 2023 a Marruecos. Aquel país, donde la homosexualidad es considerada un delito y aquellos que participan en relaciones con personas del mismo sexo se exponen a posibles penas de cárcel, que van desde tres meses hasta tres años en caso de ser descubiertos. Sin embargo, este film ha logrado sacar a la superficie un tema taboo, generando un debate en gran parte de la sociedad de este país. Es más, esta película recibió apoyo financiero del gobierno para su producción y posteriormente fue seleccionada como la representante marroquí en varios premios internacionales.
Justamente está ambientada en la actual Salé, una de las medinas más antiguas de Marruecos. Su trama se centra en un maestro sastre, o maalem (alias. modista) llamado Halim (Saleh Bakri). Un hombre absorbido por la religión y su severa esposa, Mina (Lubna Azabal). Son un clásico matrimonio a la vista de la sociedad, que se quiere y se respeta.
Él tiene la habilidad y el arte de elaborar caftanes, esas maravillosas prendas folclóricas, son un regalo o don que tiene heredado de su familia tradicional. Así que con su mujer armo una local donde vende sus confesiones, y el demuestra que tiene gran pasión por su trabajo. Pero Mina está empezando a sufrir los efectos de una enfermedad que los está ahogando en las facturas del hospital. Además, el arte que Halim hace a mano ahora se logra más fácil y más rápido con máquinas, lo que dificulta que la pareja encuentre un aprendiz para transmitir las técnicas.
Hay muchas escenas en las que la dirección propia de Touzani y la directora de fotografía Virginie Surdej dejan que la cámara se detenga para que el público vea este oficio que está desapareciendo lentamente debido a la modernización. Esas escenas no son solo para mostrar cuánto se preocupa Touzani por el arte, sino para presentar un ángulo agudo sobre la belleza del proceso de fabricación y diseño de prendas hechas a mano.
Para mantener vivo el negocio, contratan a un joven aprendiz, Youssef (Ayou Messioui). Aquí es donde llega la tensión en la historia. Los deseos reprimidos se demuestran a través de pequeños detalles sensuales: la esencia del tacto y el trance de una mirada. Lo destacable de este film es que sus personajes tienen una gran cuota de humanidad y realidad. Lo que permite que el espectador conecte muy rápido con ellos. Y a pesar que lo atractivo es este amor como prohibido entre un hombre casado y su ayudante. Quien logra una mayor empática es el personaje de Mina, la esposa de Halim. Un personaje querible que se comprende sus emociones y logran por momentos un ambiente de melancolía y ternura.
Es un film de comportamiento sombrío pero sensible. No hay una necesidad de mostrar una opulencia dramática. Donde todo queda en manos de esas poderosas actuaciones y su relajante guión.