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"Lo que escribimos juntos", una exploración íntima del amor contemporáneo

En el panorama del cine nacional de 2024,"Lo que escribimos juntos", dirigida por Nicolás Teté, destaca como una exploración íntima del amor contemporáneo. Esta obra se aleja de las narrativas convencionales de las relaciones, ofreciendo una mirada sutil y profunda sobre la vida en pareja. 

La trama sigue a Mariano y Juan, una pareja estable que decide dejar atrás la agitación de Buenos Aires en busca de una existencia más tranquila en el campo. A través de una narrativa que desafía la espectacularidad, el filme se adentra en los matices de la convivencia y las complejidades emocionales que surgen en una relación a largo plazo. 



Mariano y Juan, interpretados por Santiago Magariños y Ezequiel Martínez, representan una cotidianidad que oscila entre lo banal y lo existencial. Su vida juntos, marcada por la llegada de un perro y la decisión de establecer un vivero, se presenta con una naturalidad casi documental. Sin embargo, el equilibrio de su mundo se ve alterado con la llegada de Carla, interpretada con sensibilidad por Nazarena Rozas, quien trae consigo la noticia de su embarazo. Este evento actúa como un catalizador que destapa tensiones latentes en la relación, revelando que la aparente calma es solo una superficie que oculta dilemas más profundos sobre el deseo, la libertad y las expectativas compartidas. 

La dirección de Teté es sutil y contenida, evitando los clichés del cine sobre relaciones homosexuales. No hay conflictos externos dramáticos ni giros sorprendentes; en cambio, el verdadero conflicto es interno, una lucha casi imperceptible pero devastadora. La película revela que el amor no es una entidad estática, sino un campo en constante negociación, donde cada acción puede reconfigurar el mapa emocional de la pareja. La elección de diálogos cargados de silencios significativos permite que el espectador se sumerja en esos momentos de tensión, donde una mirada o un gesto pueden comunicar más que cualquier diálogo extenso. 



Desde el inicio, "Lo que escribimos juntos" se enfrenta al desafío de representar la relación entre Mariano y Juan con autenticidad. Si bien el comienzo es lento y carece de cierta química entre los protagonistas, la llegada de Carla revitaliza la narrativa, añadiendo un poco de "sal" a una historia que, de otro modo, podría parecer desabrida. A medida que la trama avanza, se percibe un crecimiento emocional en los personajes, lo que culmina en un cierre relativamente tierno que invita a la reflexión. 

Uno de los aspectos más destacados de la película es su capacidad para desmantelar estereotipos sobre parejas del mismo sexo. En lugar de centrarse en la lucha contra prejuicios externos, Teté presenta una relación humana y compleja, donde los miedos, dudas y esperanzas son universales. Esta normalidad en su vínculo es, paradójicamente, su mayor declaración política, mostrando que el amor entre personas del mismo sexo puede ser tan cotidiano y significativo como cualquier otro. Aunque la película puede resultar excesivamente contemplativa para quienes buscan tramas más convulsivas, su valor radica precisamente en esa capacidad de transformar lo mundano en una experiencia cinematográfica conmovedora. 



En síntesis, "Lo que escribimos juntos" se establece como un exponente notable del nuevo cine argentino, íntimo e introspectivo. Teté logra una mirada honesta y precisa sobre los territorios emocionales que a menudo preferimos mantener en penumbras. La película invita a la reflexión sobre las dinámicas del amor contemporáneo, ofreciendo un espacio de diálogo sobre los desafíos que enfrentan todas las parejas, independientemente de su orientación sexual. En un mundo donde la complejidad de las relaciones humanas a menudo es simplificada, esta obra se atreve a explorar las sutilezas de la vida compartida con una sensibilidad admirable.