Llega a las salas nacionales "Mavka: Guardiana del Bosque”, una de las producciones más grandes en la historia de la industria cinematográfica ucraniana y, sorprendentemente, ha sido un gran éxito en su país de origen. Está inspirada en la obra "Canción del Bosque" de Lesya Ukrainka, una reconocida feminista, activista, poeta y dramaturga ucraniana.
La película entrelaza la música folklórica tradicional ucraniana y hermosos motivos mitológicos animados en una historia apta para toda la familia. La música folklórica tradicional y los motivos míticos bellamente animados pueden ser válidos y reconfortantes para el público ucraniano, pero hay poco más allá de esa novedad para captar la imaginación de otros.
Sin embargo rescato que "Mavka" sumerge con cariño al espectador en un torbellino de aventuras y sentimientos, preocupándose sinceramente por el destino de los héroes de la película y admirando el encanto de la autenticidad ucraniana. Además, presenta un escenario encantador, sin embargo, para aquellos fuera de Ucrania y su diáspora, su atractivo se limita principalmente a la novedad de su diseño. Aunque las runas y los paisajes montañosos pintorescos agregan un toque de misterio y belleza, la trama que los envuelve se siente predecible y monótona.
La historia sigue un romance entre el músico humano Lucas y la ninfa Mavka, el alma del bosque, en un contexto que recuerda a Romeo y Julieta. Este encuentro se da en medio de la resurgencia de antiguas leyendas sobre una guerra entre aldeanos y espíritus del bosque, desenterrada por la llegada de Kylina, un personaje de estilo y actitud contracultural desde la ciudad, con la intención de saquear la magia oculta del bosque.
Aunque la película ambientada vagamente a principios del siglo XX intenta reflexionar sobre la amenaza moderna encarnada por un forastero despiadado, su ejecución no logra trascender la sensación de déjà vu, dejando a los espectadores en busca de una profundidad y originalidad que no logra alcanzar. Los compañeros del bosque con formas de criaturas y las ninfas maliciosas que acosan a Mavka parecen sacados directamente del repertorio de Hollywood moderno, especialmente de Disney, aunque su ejecución deja mucho que desear. A pesar de los mensajes sinceros sobre el respeto a la naturaleza y la autenticidad personal, la película nunca logra escapar de los clichés.
Solo en el clímax, cuando advierte sobre los peligros de ceder ante la ira, encontramos destellos de originalidad sombría. Es en este punto donde la animación, realizada por el estudio ucraniano Animagrad en su segunda película, finalmente encuentra su voz propia. El poder furioso y misterioso que se refleja en el rostro del enemigo evoca una sensación de temor genuino. A pesar de sus intentos de emular a los grandes estudios de animación occidentales, la película logra destacarse en su momento más oscuro y cautivador.
Sin embargo, no puede escapar completamente de la sombra de las influencias extranjeras, dejando a la audiencia con la sensación de que, aunque prometedora, todavía tiene un largo camino por recorrer para encontrar su identidad cinematográfica distintiva.