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Saltburn, deseo y provocación

El thriller elegante de Emerald Fennellars, “Saltburn”, es una sátira social impregnada de giros tan sorprendentes como originales, pero también hay espacios para el humor negro, con escenas impensables, en una mixtura tan dramática como morbosa. La trama desentraña en un mundo repleto de personajes enigmáticos y volubles, siendo el protagonista una figura difícil de empatizar, y más aún cuando revela su auténtica naturaleza.  



El escenario en un comienzo es la Universidad de Oxford alrededor de mediados de la década del 2000. Barry Koeghan, es Oliver Quick, un estudiante de primer año de clase media que quiere encajar en un ambiente colmados de niños de bien de familias acomodadas. Por cosas del destino termina siendo amigo del más popular y fachero  de su entorno, Felix Catton (interpretado por Jacob Elordi, recientemente visto como Elvis Presley en Sofia Coppola's Priscila). Quien rápidamente lo suma a su grupo de amigos, donde también está su primo, Farleigh Start (Archie Madekwe), quien depende de la caridad de la familia Catton y ve a Oliver como un rival. Entre idas y vueltas de una relación de amistad que recién comienza, Oliver logra que el niño bonito lo invite a pasar el verano en su mansión familiar llamada, Saltburn.


Oliver se instala y conoce al resto del clan familiar de Felix, su hermana Venetia (Alison Oliver), la madre Elsbeth (Rosamund Pike), el padre Sir James (Richard E Grant), y la amiga de la familia Pamela (Carey Mulligan), esta última, un personaje interesante en un principio pero desaparece muy rápidamente en la trama. La relación de Oliver-Felix sigue creciendo con el primero y su  amor oculto, y hasta el límite de la obsesión y perversidad. Hay una escena de la bañera de masturbación de Felix y Oliver espiando, que escapa bastante de lo visto generalmente, y sorprende el final de la misma.


Saltburn no escapara de seguro de las comparaciones para los cinéfilos, que les recordara por momentos a  “El Talentoso Sr. Ripley” y a “Brideshead Revisitado”, especialmente en su aguda crítica a la alta sociedad y en el juego sutil de compasión y seducción entre Oliver y Felix, sin llegar a concretar lo sexual. La película explora escenas impactantes y conmovedoras, como las perturbadoras interacciones entre la hermana de Felix y Oliver, así como los repetidos actos de sexualidad perversa de este último. Desde la mitad de la trama, la narrativa de Saltburn sorprende con destacadas actuaciones y un desenlace inesperado, revelando la sed de dominación y compasión del protagonista. Una obra cinematográfica que no deja de intrigar y perturbar hasta el final.