05 Nov
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En el íntimo Espacio Callejón, Maxi Rofrano logra una hazaña poco común en el teatro porteño actual: transformar un relato literario en una experiencia escénica visceral que trasciende la mera adaptación. Su puesta de "Fájense", basada en el cuento "Negro Ortega" de Abelardo Castillo, se erige como una reflexión punzante sobre la integridad en tiempos de desesperación. Las funciones son los viernes 20 hs, en el Espacio Callejón, Humahuaca 3759, CABA. 

La obra nos sumerge en el Buenos Aires boxístico de los años 60, cuando el Luna Park era templo y catedral del pugilismo nacional. En el centro del ring -literal y metafóricamente- encontramos a Jacinto "El Negro" Ortega (interpretado con notable precisión física y emocional por Leandro Orellano), un boxeador crepuscular enfrentado al dilema moral que definirá su legado: aceptar una bolsa sustanciosa por dejarse caer ante la joven promesa Carlitos Peralta, o mantener intacta su dignidad profesional. 



La dirección de Rofrano demuestra una comprensión profunda no solo del texto original de Castillo, sino también de las posibilidades dramáticas del espacio escénico. La decisión de dividir el escenario entre el ring y un bar deteriorado funciona como un dispositivo narrativo eficaz que amplifica la dualidad del conflicto central. 

El trabajo de Carolina Beltrán en la escenografía merece mención especial: cada elemento contribuye a la construcción de una atmósfera que oscila entre la nostalgia y la decadencia. La incorporación de un bandoneonista en vivo (Bruno Leichman) que reinterpreta temas de "El Potro" Rodrigo en clave tango podría haber resultado un ejercicio pretencioso, pero aquí funciona como un puente temporal que conecta diferentes épocas de la cultura popular argentina. Esta decisión musical, aparentemente arriesgada, termina siendo uno de los aciertos más notables de la puesta. 

El elenco demuestra una solidez poco común. Fabián Petroni, como el "viejo Ruiz", construye un personaje memorable en su rol de entrenador, encarnando esa sabiduría callejera que solo otorgan los años de derrotas. Federico Milman compone un "Rumano" Morescu que evita los lugares comunes del empresario corrupto para ofrecer un retrato más complejo y humano del pragmatismo amoral. Un aspecto destacable es el trabajo físico de los actores en las secuencias de boxeo. 

Bajo la asesoría técnica de Guido Alemañy, las escenas de combate alcanzan un nivel de verosimilitud que sostiene la tensión dramática sin caer en la espectacularización gratuita. Los movimientos, la guardia, los desplazamientos: todo responde a una coreografía precisa que honra al deporte que retrata. 

La dupla conformada por Santiago Maurig y Lorenzo Martelli, como relator y comentarista respectivamente, funciona como un coro griego moderno que contextualiza y amplifica la acción principal, mientras que el diseño sonoro de Lucas Guinart y la iluminación de Gonzalo Calcagno y Mariana Morán Benítez construyen una atmósfera que oscila entre el realismo documental y la poética de los recuerdos difusos. 



"Fájense" trasciende el drama deportivo para convertirse en una meditación sobre la dignidad personal en tiempos donde todo parece tener precio. La obra nos recuerda que, a veces, la verdadera victoria no está en el resultado del combate sino en la decisión de dar la pelea en nuestros propios términos. 

En tiempos donde el teatro independiente busca reinventarse, esta producción demuestra que todavía es posible conjugar riesgo artístico con solidez narrativa. Una obra que, como los mejores combates, nos mantiene al borde de nuestro asiento hasta el último round.


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